Les prometí a tus amigos de astronomía que les escribiría algo sobre ti, y a ello me dispongo.
Podría decir que es difícil, pero mentiría. Lo más fácil del mundo es hablar sobre alguien a quien se quiere y admira.
El problema es que todavía no consigo creerme que no volveré a verte, que no oiré tu poderosa voz, que ya no podré seguir aprendiendo todas esas cosas que no vienen en los libros. ¿Para quién recogeré piedras cuando viaje? ¿A quién le consultaré ese jeroglífico extraño que fotografié en cualquier templo egipcio?
Ya no podré seguir tratando de convencerte para que viajes a Egipto, aunque sé que ahora ya habrás estado allí. Nosotros, tus amigos, hemos sentido tu presencia entre nosotros mientras caminábamos por la arena, al visitar los templos cuyas paredes te sabías de memoria sin haberlas visto jamás. Y no hemos podido evitar la humedad en los ojos al ver en su lugar de origen la imagen que tú utilizabas como identificación entre tus amigos astrónomos: los leones del ayer y del mañana con el disco solar del presente entre ellos, alzándose sobre la doble colina del horizonte.
Aunque suene de locos, quizás te guste saber que hemos recitado las fórmulas de ofrenda a los dioses que tú nos enseñaste. Las que los egipcios ponían en sus tumbas pidiendo a los vivos que repitieran. De este modo estamos seguros de que no te faltará de nada en tu recién iniciado viaje a la eternidad.
Me causa cierta felicidad pensar que ahora ya habrás despejado las dudas que tantas horas de discusión nos han llevado, y sabrás perfectamente qué significa cada una de las enigmáticas simbologías de los Textos del Am-Duat. Nosotros seguiremos debatiéndolas a la luz de lo que aprendimos de ti, y te echaremos de menos. No te quepa duda.
He podido comprobar personalmente, secándome los ojos de vez en cuando, cuántos buenos amigos tenías entre los adoradores de las estrellas, y cómo ellos también te echan de menos. Has de saber, seguramente ya lo sabes, que te dedicaron una de sus imágenes diarias. Preciosa, por cierto. Ellos, como tú, también son especiales. Son capaces de ver cosas que a los demás se nos escapan. Espero que tu diario viaje por el cuerpo de la diosa Nut vestida de estrellas te sea igual de placentero que el nacer de Khepri cada día.
Con esta pequeña reflexión, quiero darles las gracias a tus amigos de las estrellas por haber sabido apreciar todo el valor de una persona como tú. Sé que compartiste con ellos momentos felices hablando de los astros, o de cualquier otra cosa. Que dejaste huella también en ellos, y que se sintieron privilegiados por haberte conocido.
Todos nosotros, los amantes de Egipto y los observadores del cielo, sentimos que no te has ido del todo. Los antiguos egipcios creían, no sin razón, que la inmortalidad residía en que perdurase el nombre. Nosotros seguiremos repitiendo el tuyo. Antonio, Aker, allá donde estés, sabrás que te queremos..
Rosa-Tawy
Podría decir que es difícil, pero mentiría. Lo más fácil del mundo es hablar sobre alguien a quien se quiere y admira.
El problema es que todavía no consigo creerme que no volveré a verte, que no oiré tu poderosa voz, que ya no podré seguir aprendiendo todas esas cosas que no vienen en los libros. ¿Para quién recogeré piedras cuando viaje? ¿A quién le consultaré ese jeroglífico extraño que fotografié en cualquier templo egipcio?
Ya no podré seguir tratando de convencerte para que viajes a Egipto, aunque sé que ahora ya habrás estado allí. Nosotros, tus amigos, hemos sentido tu presencia entre nosotros mientras caminábamos por la arena, al visitar los templos cuyas paredes te sabías de memoria sin haberlas visto jamás. Y no hemos podido evitar la humedad en los ojos al ver en su lugar de origen la imagen que tú utilizabas como identificación entre tus amigos astrónomos: los leones del ayer y del mañana con el disco solar del presente entre ellos, alzándose sobre la doble colina del horizonte.
Aunque suene de locos, quizás te guste saber que hemos recitado las fórmulas de ofrenda a los dioses que tú nos enseñaste. Las que los egipcios ponían en sus tumbas pidiendo a los vivos que repitieran. De este modo estamos seguros de que no te faltará de nada en tu recién iniciado viaje a la eternidad.
Me causa cierta felicidad pensar que ahora ya habrás despejado las dudas que tantas horas de discusión nos han llevado, y sabrás perfectamente qué significa cada una de las enigmáticas simbologías de los Textos del Am-Duat. Nosotros seguiremos debatiéndolas a la luz de lo que aprendimos de ti, y te echaremos de menos. No te quepa duda.
He podido comprobar personalmente, secándome los ojos de vez en cuando, cuántos buenos amigos tenías entre los adoradores de las estrellas, y cómo ellos también te echan de menos. Has de saber, seguramente ya lo sabes, que te dedicaron una de sus imágenes diarias. Preciosa, por cierto. Ellos, como tú, también son especiales. Son capaces de ver cosas que a los demás se nos escapan. Espero que tu diario viaje por el cuerpo de la diosa Nut vestida de estrellas te sea igual de placentero que el nacer de Khepri cada día.
Con esta pequeña reflexión, quiero darles las gracias a tus amigos de las estrellas por haber sabido apreciar todo el valor de una persona como tú. Sé que compartiste con ellos momentos felices hablando de los astros, o de cualquier otra cosa. Que dejaste huella también en ellos, y que se sintieron privilegiados por haberte conocido.
Todos nosotros, los amantes de Egipto y los observadores del cielo, sentimos que no te has ido del todo. Los antiguos egipcios creían, no sin razón, que la inmortalidad residía en que perdurase el nombre. Nosotros seguiremos repitiendo el tuyo. Antonio, Aker, allá donde estés, sabrás que te queremos..
Rosa-Tawy
Emocionante... gracias por acercarme cada vez mas a esta hermosa persona.
ResponderEliminarMuchas gracias Taui. Aker, para mi, es un punto de inflexión. Nada es igual que era. Hoy hay Luna llena, su querida Luna. Un beso.
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